Ésta es una práctica realizada en clase en la que se defendían diferentes posturas que tenían como nexo común el cómic. Se representaron a los padres de los niños que leen los comics, los propios niños, los dibujantes, los guionistas e incluso el defensor del menor.
Al final se llegó a la conclusión de que es necesaria una medida que regule la venta de comics según las edades de los niños, con el fín de evitar que los más pequeños tengan acceso directo a los comics de carácter violento si bien es cierto que cualquier niño puede acceder a estos comics en su colegio, en el parque con sus amigos,etc.
Surgió una sugerencia común y es que esta regulación sirva para que todos los estamentos relacionados con la compra-venta del comic mecionados anteriormente, pongan en marcha un camino común basado en la concienciación de que el comic debe inducir al lector y sobre todo al niño siempre valores positivos y no ciertos contravalores que pueda abstraer después a la realidad.
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